Espero y espero, por horas frente a la pantalla. Luego, cuando se agoto de llorar, noto que nadie lo había saludado y que nadie había preguntado por como se sentía, como tanto anhelaba. Y se dio cuenta que nadie le hablaba sin que él lo hiciera primero, y que si le preguntaban sobre como se sentía no era más que por barata cortesía.
Y pensó: “amigos decían ser, y amigos yo creí que eran”.
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